miércoles, 10 de agosto de 2011

Amor | Sexo, hacerse las ganas no es malo

Sazón invitado: Rocoto
Entre Jalapeño y yo siempre ha habido buena química, y la verdad que algunas veces confiamos demasiado en eso para seguir adelante. Pero la química aunque nace, también se hace. Las ganas se esperan, la calentura se crea. El que piense que todo siempre viene porque si, está sumamente equivocado.
Algunas relaciones en mi vida partieron desde la base que “el sexo no es importante”.  Bueno, obviamente en las primeras no lo era, ya que no pasábamos de grado dos. Pero se convirtió en tema cuando un pololo dijo que quería, y yo dije que quería, solo porque lo quería a él. ¿Entienden a lo que me refiero?
Cuando por fin mi virginidad quedó en el olvido, el pololo de turno hacia su mejor esfuerzo por sacarme un suspiro, y yo la verdad es que no llegaba a suspiro alguno. Pensé que de eso se trataba el cuento: una preparación rica, un intermedio piola y un insatisfactorio final. Con ese desempeño, le fui perdiendo ganas al asunto, y me remitía a cumplir de polola. Mal por mí, pero era chica, y no sabía lo que me perdía.
Esto se repitió algunas veces más. Llegué a pensar que el problema era mío. Se lee y se escucha en todas partes que existen minas que nunca tienen ganas o que no la pasan bien. “Anorgásmica” o “Frígida” eran palabras que rondaban por mi cabeza. Me acuerdo una vez cuando partí con pololo nuevo, mi mejor amiga me dijo: Y?? Y yo le dije: Ay siiii!!! Y las dos saltamos de felicidad. Pero era mentira, preferí decirle una mentira piadosa antes de reconocer la triste realidad.
Hasta que un buen día en esto quedó en el pasado. Actualmente puedo decir con justo derecho que las sospechas que dudaban de mi capacidad de goce ya no existen. Lo que sí es cierto es que, a pesar de tener un hombre que es capaz de ser mi Don Juan de Marco todas las noches, algunas veces ando desganada, cansada, irritada por la pega, o simplemente me da una franca lata.
Entonces cuando esto se repite mucho, me convenzo a mí misma, me hago las ganas, me dejo conquistar  y, finalmente, lo paso increíble. Porque hay que ponerle empeño, hay que hacerse las ganas, hay que cultivar esta parte tan importante de la relación. Mantener satisfecho a Jalapeño no es solo eso, es mantenerse cerca, es tener intimidad, es lograr que el amor y la pasión no se desvanezcan con los años y que nos convirtamos en solo compañeros y amigos, que recuerdan con nostalgia los amantes apasionados del pasado.

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